El pasado lunes 19 de enero tuvimos la inmensa suerte de empezar la semana con la conferencia de Marta Robles titulada, “¿Inseguridad? Haz siempre lo que temas hacer”. Desde su experiencia personal, la famosa periodista nos transmitió la riqueza de un mensaje que sólo podía llegar al alma del auditorio a través de las emociones. Y eso es lo que hizo. Cada vez tenemos más claro que las cosas de verdad importantes se aprenden cuando lo hacen con el corazón.
Tras las palabras de apertura de Laura Ruiz de Galarreta (Directora General de la Mujer de la Comunidad de Madrid), Charo Izquierdo (a quien felicitamos una vez más por este estupendo ciclo de conferencias), destacó de Marta Robles su inmensa capacidad de trabajo, que la ha llevado a desarrollar su faceta profesional en prensa escrita, en radio, en televisión, a tener su propia web y a ganar el Premio Fernando Lara de novela con “Laura y los espejos”.
Que Marta Robles es una persona con innata inquietud por aprender y ávida de sabiduría, quedó claro a través de un discurso salpicado de numerosas citas y referencias, como la que hizo al “Calígula” de Albert Camus. A través de la conversación entre Calígula y Quereas en esta obra de teatro, Marta nos hizo llegar la reflexión de que la vida está llena de máscaras y mentiras. Y los inseguros, como ella misma se confiesa, viven detrás de gestos y posturas, intentando ocultar sus inseguridades. Pero ha venido a dar esta charla sin máscaras, sintiéndose desnuda, como si fuera a enseñar todas sus miserias.
La inseguridad, en principio, no parece algo tan malo, pero sus efectos pueden serlo. Hay que distinguir entre inseguridad funcional, que tiene como objetivo mantenernos alerta ante peligros o riesgos, y una inseguridad excesiva, que nos hace frágiles y nos lleva a vivir en constante auto crítica, imposibilitándonos para la toma de decisiones. La inseguridad viene de la falta de amor y protección, o también por su exceso. De hecho, se está empezado a hablar de considerar como maltrato una protección excesiva hacia los hijos.
En primera persona Marta nos habló de la influencia de su figura paterna, que la sometió a una crítica constante, minando su confianza, y la sobreprotección por parte de su madre. En estas condiciones, su infancia y adolescencia fueron etapas muy duras, ya que también su aspecto físico le generaba complejos. Llegada a la universidad, y gracias a la ayuda de una pareja sentimental, empezó a dejar la inseguridad a un lado, pero un grave accidente que la obligó a una rehabilitación larga y engorrosa, la llevó de nuevo a sus zozobras y vacilaciones.
Hoy por hoy, Marta nos confiesa que ha aprendido a convivir con su inseguridad, gracias a tener mucho amor propio y una gran fuerza de voluntad, y gracias también al apoyo de parejas y amigos que han creído en ella.
Para Marta, combatir la inseguridad pasa por una serie de puntos importantes:
- Reconocer y aceptar esa inseguridad.
- Deshacerse de la imperiosa necesidad de aprobación y admiración por parte de los otros.
- No disfrazarse de otra persona, ser uno mismo tal cual.
Si no “sanamos” nuestra inseguridad, nos podemos volver tan peligrosos como animales heridos. Al no conseguir demostrar que somos perfectos, nos generamos mucha infelicidad. Y no se trata de ser perfectos, sino de hacer la cosas lo mejor que podamos y aprender de los errores, disfrutando del camino. Uno no debe aspirar a la perfección, que no existe, si no a la excelencia, que no es otra cosa que virtud, genialidad y felicidad.
